Psicotips

CREANDO HÁBITOS  PSICOLÓGICOS DE FELICIDAD

LAS 4 emociones que afectan a tu manera de comer

Es difícil separar la alimentación del placer y los sentimientos. Si las relaciones con la comida son positivas, es más fácil alimentarse de manera saludable. En cambio, si son conflictivas pueden empujar la dieta hacia un desequilibrio.

La relación personal con los alimentos está condicionada por las emociones desde los primeros momentos de vida. Al mamar, el bebé recibe alimento, placer y cariño y se siente unido al universo.

• Los afectos hacen que comer no sea un acto mecánico y aburrido, sino una experiencia gozosa que nos colma en muchos sentidos. Pero si se viven conflictos emocionales, estos pueden trasladarse peligrosamente a la comida.

• Una carencia afectiva puede compensarse con un consumo excesivo de comida o puede estar en el origen de un rechazo patológico a ciertos alimentos. Las emociones nos empujan a comer o a dejar de hacerlo.

LA COMIDA Y LOS SENTIMIENTOS OCULTOS

Como afirma la psicóloga Isabel Menéndez en su libro Alimentación emocional: «Las luchas internas son acalladas con frecuencia a base de llenarnos la boca de comida para no pronunciar palabras cuya carga emocional puede asustarnos; palabras que se refieren a cosas que no nos permitimos sentir. La boca que se cierra y se abre a la comida es la misma boca que quiere hablar. El orificio por el que pe- netran los alimentos es el mismo por el que salen las palabras».

Lo deseable es que el acto de comer esté vinculado con emociones positivas

Conocerse mejor a uno mismo es el reto. Las preferencias y costumbres alimentarias son decididas por una parte de uno mismo que se esconde. Por eso resulta tan difícil cambiar de hábitos.

DIGERIR LAS EMOCIONES

Los trastornos emocionales de la alimentación no afectan exclusivamente a los jóvenes o no se explican siempre por los traumas infantiles y las relaciones con los padres. Las dificultades pueden tener su causa directa en el presente.

Identificar el hambre emocional es el primer paso para combatirla

• Por ejemplo, una persona de estómago delicado, a la que casi todo le sienta mal, más que trastorno digestivo puede tener dificultades para digerir ciertas situaciones. Otra puede digerir mal todo lo que cocina escrupulosamente en casa y en cambio, para su sorpresa, no tiene dificultades cuando come en compañía de alguien a quien quiere. Aquí el problema podría ser la soledad.

1. EL LASTRE DE LA IMAGEN

La causa más frecuente de problemas con los alimentos es su relación con el peso corporal. Ponerse a dieta es algo común con la esperanza de que al perder unos kilos aumentará la satisfacción personal. Pero si se logra alcanzar el objetivo, a menudo se comprueba que el malestar de fondo no desaparece. Entonces se vuelve a engordar y luego de nuevo a adelgazar, lo que genera un círculo vicioso del que cuesta tomar conciencia.

2. SENTIMIENTO DE CULPA

La vergüenza o la culpabilidad aparecen a menudo en relación con los alimentos. Curiosamente, surgen casi exclusivamente por haber cometido lo que se considera un exceso y casi nunca por quedarse corto. Las posibles deficiencias de nutrientes no suelen suscitar emociones.

La comida no debe usarse como recompensa o castigo

Sucede así por la tendencia a imponerse límites y restricciones exageradas que suelen esconder conflictos emocionales. Las grasas, los productos lácteos, la carne, el pan y el azúcar son foco de emociones negativas que a menudo se contagian entre personas.

Sin duda estos alimentos en cantidades inadecuadas pueden causar problemas, pero la fobia no parece justificada. Estos alimentos han sido considerados básicos y quizá al rechazarlos se está manifestando un malestar social particular.

3. ALEGRÍA Y CURIOSIDAD

Lo deseable es que el acto de comer esté vinculado siempre con emociones positivas. Un modo de favorecerlas es establecer una conexión natural con las necesidades del organismo. Hay que relajarse, eliminar la ansiedad y atender los mensajes que envía el cuerpo, comer cuando lo pide y los alimentos que resultan atractivos, pero vigilando que no se esté bajo el efecto de ninguna compulsión.

• Cuando se abandona la obsesión por el aspecto o por las dietas milagrosas o excéntricas y se otorga prioridad al equilibrio emocional, lo más probable es que el organismo se autorregule con éxito. Si no se puede evitar comer bajo los efectos de la ansiedad, conviene buscar ayuda psicológica y elegir un profesional que sea capaz de escuchar y buscar las causas profundas del conflicto emocional.

4. SENSACIONES PARA GOZAR

Concentrarse en las sensaciones y permitir que afloren recuerdos o imágenes permitirá disfrutar a conciencia, profundamente, del comer.

• El pan tostado puede llevarnos hasta los momentos más dulces de la infancia.

• Una piña nos acerca a una isla tropical, aunque nunca la hayamos pisado. Disfrutar de todo ello en compañía, deleitándose con el placer propio y ajeno, forma parte de las pequeñas cosas que dan sentido a la vida.

LOS SENTIMIENTOS EN LA MESA

1. Las emociones son ingredientes esenciales de las comidas. Hay que «prepararlas» como un alimento nutritivo más.

2. Sin premios ni castigos. Con los niños (y con uno mismo) no son recomendables ni los premios ni los castigos. La aprobación y el amor no deben depender de lo que se come.

3. Generosidad. Al preparar la comida hay que añadir el ingrediente del cariño y pensar en el placer que producirá el plato en los comensales.

El espacio. Hay que otorgar al momento de la comida el respeto que merece, preparándolo todo para que resulte agradable (sin la distracción de la televisión o la radio, por ejemplo).

 

CONCLUSION